La imaginación utópica
FESTIVAL SOBRE POESÍA EXPERIMENTAL DIALOGA CON EL ARTE Y LA MÚSICA EN DOS EXPOSICIONES Y APUNTA A BORRAR LOS LÍMITES ENTREESTAS DISCIPLINAS
Antes de entrar a la sala, si uno se detiene en una de las tres pantallas colocadas en un espacio abierto, leerá la palabra “Poema” tejida en una chompa, y cómo el término se va descomponiendo, se alargan las letras formadas por ¿hilos? y se va transformando… La performance de Bartolomé Ferrando nos anticipa lo que veremos unos pasos más allá en el Centro Fundación Telefónica, en donde los límites entre la palabra, la imagen, el sonido se acortan y terminan cruzándose.
Ese cruce es lo que le interesó al poeta Luis Alvarado a la hora de montar “Música posible”, una muestra en donde poesía, arte y música se rozan y dialogan; todo enmarcado dentro del Festival Poéticas Plurales: Texto,Sonido, Imagen, un ambicioso proyecto que también incluye la performance del poeta experimental Enzo Minarelli, cuya obra (en video y audio) se exhibe en un mismo espacio con “Inventar la voz”, y que se presentó el sábado, después del cierre de esta edición.
“Me interesa mucho la idea de la poesía fonética, de las esculturas de instrumentos, de los experimentos de sinestesia, de las partituras visuales, la muestra trata de jugar a borrar las percepciones y los límites de diversas artes, todo dentro de la imaginación utópica”, dice Alvarado, quien realizó el 2009 la muestra de poesía sonora “Inventar la voz”, el germen de todo lo que vemos ahora.
Alvarado se ha sumergido en la poesía experimental hasta llegar a tiempos más cercanos con Eielson (presente en la muestra). “Me interesaba explorar en la línea que Eielson hizo bastante con sus esculturas sumergidas, con los poemas virtuales. En el Perú siempre ha habido poemas visuales enmarcados dentro de una tradición más rupturista y de vanguardia, y se dio en los 60 con una práctica mayor, con gente como César Toro Montalvo”.
Entonces en la sala principal están piezas relacionadas con los instrumentos como el piano de Juan Pablo Vargas (en imagen), otras con los poetas visuales (el mismo Toro Montalvo), con los creadores musicales (César Bolaños), piezas de registro (Eliana Otta y el estado de las disqueras hoy) y otras que solo se quedaron en la mente(el testimonio de Francisco Pulgar Vidal donde habla sobre una pieza extrema y que nunca llevó a cabo). “Hay una onda actual de insatisfacción con ciertas clasificaciones que resultan un poco caprichosas, que están en el límite”, y en ese límite siempre se enciende la alerta, no solo de los puristas. “Ya hay una tradición de esto con los artistas de Fluxus que he retomado un poco, la idea de que la música puede ser visual y objetual, y que todo puede funcionar en un ámbito conceptual”, se defiende el curador.
Para darle mayor legitimidad al festival está Enzo Minarelli, un poeta que dejó el papel y pasó a la oralidad con performances a fines de los 70, acuñando la polipoesía con un manifiesto publicado en los 80 y con investigaciones sobre poesía sonora. “Es la relación de la voz del lenguaje con los otros medios, pero la voz es siempre la cosa más importante. No es teatro ni canción ni música”, detalla el italiano, que acaba de terminar un libro y un disco sobre la poesía experimental de Eielson, encargado por la directora de su fundación Martha Canfield y que espera que se publique en el Perú. “Es una manera para dejar un siglo más fuerte con la presencia física del poeta en sonido, en DVD”, afirma sobre la polipoesía, todo cruzado, con la palabra siempre por delante, en su caso, aunque en los otros sea el sonido o la imagen.
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